jueves, 19 de septiembre de 2013

"La verdad no es más que la expresión dolorosa del corazón."

Se nos escapa el verano. Barcelona nos envía señales de aviso día sí día también- estas intermitentes semanas que alternan lluvia con sol propio de agosto- preparándonos para este otoño que, en el momento más inesperado, nos pillará todavía en sandalias y vestidos vaporosos.

Es por eso que, en una posición de nostalgia y rebelión, en lugar de reseñar algunos de los elementos de la rentrée literaria (hay muchos y muy interesantes), he decidido volver la vista atrás. Y hablar del libro que, puedo decir sin temor a represalias, se ha ganado a pulso el título de "libro del verano".  La verdad sobre el caso Harry Quebert. Recuerdo perfectamente cómo hace unos cuantos veranos, fueras donde fueras había alguien leyendo uno de los enormes tomos de la trilogía Millenium de Stieg Larsson. En la piscina del lugar dónde veraneo no había madre, padre o adolescente que no lo leyera. En el metro los libros de la historia sobre Lisbeth Salander estaban en todas partes. Si uno le sumaba a la trepidante trama la historia de la súbita muerte de su autor, que jamás llegó a ver el éxito de sus novelas, se encontraba con la perfecta combinación de lectura de verano- larga, entretenida, amena y absolutamente comentable.

A pesar de (o gracias a) sus más de 600 páginas, La verdad sobre el caso Harry Quebert estaba también en todas las piscinas, trenes y playas. Su jovencísimo escritor, Joël Dicker (28 años), no da abasto retwiteando y respondiendo a sus fans esparcidos por el mundo. 

No es casualidad. A primera vista, la novela podría parecer un thriller convencional. Algo largo, quizás, pero sin demasiada complejidad fuera del misterio a resolver. Marcus, un joven escritor, se encuentra en situación de pánico a la hoja en blanco. Tras el éxito descomunal de su primera novela, se siente incapaz de escribir otra. Mientras, su editor, su agente y las fechas de entrega le instan a que la termine ya. Es así que decide recurrir a su antiguo mentor y maestro, Harry Quebert, en busca de ayuda e inspiración. 
Al poco tiempo, se descubre en el jardín de éste el cadáver de Nola, una joven desaparecida muchos años atrás, causando un escándalo y espectáculo nacional. Harry es arrestado y encarcelado como principal sospechoso. Marcus, en un intento de ayudar y devolver el prestigio al escritor y profesor que tanto le guió en sus años universitarios, se traslada al pequeño pueblo de Aurora con la determinación de descubrir la Verdad sobre lo que ocurrió.

Pero pronto descubrirá que la búsqueda de la Verdad es en la mayoría de los casos dolorosa,  y paulatinamente se encontrará en un doble proceso- la búsqueda de sí mismo y la de los hechos que han marcado la vida de Harry, a quién Marcus creía conocer bien. 

La verdad sobre el caso Harry Quebert es mucho más que un libro sobre un crimen- búsqueda- resolución. Es, ante todo, un elogio al amor, en todas sus vertientes, y en muchas ocasiones lacerante. La amistad de Marcus y Harry, el pasado de ambos, la relación de Harry con Nola, de Harry con sus cohabitantes y el retrato de una sociedad de pequeño pueblo estadounidense. Todas estas relaciones humanas terminan reflejadas en un tipo amor que constituye una piedra angular de la novela: el amor a los libros.

"Si los escritores son seres tan frágiles, Marcus, es porque pueden conocer dos clases de dolor afectivo, es decir, el doble que los seres humanos normales: las penas de amor y las penas de libro. Escribir un libro es como amar a alguien: puede ser muy doloroso."

Pero Dicker no se contenta con mostrarnos la vida de un protagonista movida por la escritura y los libros, sino que construye también un metalibro. La verdad sobre el caso Harry Quebert es un libro sobre cómo escribir libros. Describe el mundo de los grandes grupos editoriales, la presión comercial y el mercado. Crea una metáfora sobre el proceso creativo. 

La portada de la novela (publicada en español por Alfaguara), con un cuadro de Hopper en ella, ya invita a cogerla y empezarla (me horrorizó descubrir que en la edición portuguesa han sustituido la pintura por una foto de dos personas que elimina todo espacio a la imaginación sobre los personajes) pero al terminarla una parte del lector se queda en Aurora con la historia de Harry. Así ha sido para mí "el libro del verano", cuya lectura recomiendo en cualquier estación del año.