domingo, 26 de enero de 2014

Cuando (menos) te lo esperas

¿Cuántas veces hemos podido ver con claridad los defectos y errores ajenos sin saber reconocer los nuestros propios?
Algo parecido le ocurre al protagonista de la novela de Graeme Simsion (El Proyecto Esposa, Salamandra, 2013), Don Tillman, un brillante genetista y profesor con diagnósticos a punto para todo y todos, pero incapaz ver ni aceptar que él mismo padece un síndrome de Asperger.

«Me llamo Don Tillman, tengo treinta y nueve años y soy profesor adjunto de Genética en la Universidad de Melbourne. Mi trabajo está bien remunerado, me alimento de forma equilibrada y regular, y mi condición física es óptima. En el reino animal, no tendría ninguna dificultad para aparearme, pero en el humano, nunca he logrado tener una segunda cita con la misma mujer. Los motivos de mi fracaso no termino de entenderlos, y como las estadísticas muestran que los hombres casados son, en promedio, más felices y viven más tiempo, he decidido poner en marcha un programa vital para mí, el Proyecto Esposa.”

Tras esta reflexión, el protagonista se embarca en el Proyecto Esposa. A partir de un detallado cuestionario (gustos, deportes, bebida, comida, tabaco, puntualidad…) que hará rellenar a todas las candidatas a una cita con él, el socialmente inadaptado Tillman busca encontrar a la mujer de su vida.

Pero como llevan enseñándonos durante décadas las películas de Hollywood, es sabido que las cosas buenas llegan siempre cuando uno no las busca. Y predeciblemente las citas surgidas del cuestionario acaban en fracasos estrepitosos. Paralelamente al fracaso del cuestionario, encontramos cómo el mejor (y único) amigo  de Don, Gene, le presenta a una peculiar joven y rebelde camarera. Rosie es el personaje peleón pero tierno, incisiva pero acomplejada. Y siguiendo el patrón rom-com que el lector en cierto modo espera, la chica llamará la curiosidad del genetista, quien se implicará por completo en el Proyecto Padre- destinado a revelar quién es el verdadero progenitor de la joven a partir del análisis de diversas muestras de ADN- que no serán fáciles de conseguir y que llevarán a los protagonistas de Sidney a Nueva York en peripecias variadas.

El Proyecto Esposa no tiene grandes giros ni revelaciones. Pero se lee con curiosidad y diversión. Su prosa es ligera y entretenida, y aunque a veces desearíamos saber más cosas de los personajes secundarios (de la vida de Rosie, de la relación de Gene y Claudia), el retrato que Simsion ofrece de Don es acertado y esencialmente tragicómico.

Ninguna de las escenas finales resulta sorprendente al lector contemporáneo- curtido en cartelera de comedia romántica- pero aun así deja con buen sabor de boca y una sonrisa en los labios. Mientras recorremos las aventuras de Don y Rosie y analizamos a través de los ojos de Don el Proyecto Esposa, el Proyecto Padre y finalmente, el Proyecto Rosie, aprendemos de herencias genéticas, de enfermedades y sobre todo, de organización y estadística.


Para mí la novela de Simsion podría describirse como una novela ‘sinestética’. De aquellas que, en recordar su lectura, uno evoca canciones, viajes que no ha realizado y sabores de helado que no ha probado. Canciones como ésta (que no guarda sin embargo ninguna relación con la trama). Si tuviera que enmarcar El Proyecto Esposa en una definición breve o subgénero sería, indudablemente, feel-good.