jueves, 26 de julio de 2012

El paraíso perdido
Al este del Edén, de John Steinbeck

Uno de los géneros más habituales y exitosos de nuestros días son los retratos sociales. Prueba de ello es el enorme y reciente éxito de la novela del americano Jonathan Franzen, Libertad, un extensísimo reflejo de la contemporaneidad americana y su doble cara.
Sin embargo, no se trata más que de la continuación de una estela más que definida de prestigiosos autores que plasmaron en sus obras, de un modo u otro, la imagen que tenían de una sociedad determinada.

Es el caso de la obra del americano John Steinbeck Al este del Edén. Publicada por primera vez en 1952, momento indudable de apogeo de la sociedad norteamericana, East of Eden relata a lo largo de sus casi 700 páginas (en la edición Fábula 233 de Tusquets) las aventuras pero especialmente las desventuras de dos familias en el californiano valle de Salinas siguiendo la pista de tres generaciones.
Impregnada hasta la médula de referencias bíblicas, encontramos en la familia de Adam Trask una analogía moderna de la del primer hombre Adán. Un nuevo Adán abandonado por su particular Eva que tratará de sacar adelante a sus hijos Cal y Aron, que, igual que los mitológicos Caín y Abel, se enfrentarán en encarnecida lucha por ganarse el afecto del progenitor, desembocando inevitablemente en desgracia.

Al este del Edén es un relato teñido de moralidad, reflexiones sociológicas, filosóficas y sobre todo, trascendentales. En cierto modo evoca en el lector contemporáneo, salvando las distancias, al posterior realismo mágico de Cien años de soledad de García Márquez (1967), que también reflejaría el paso de las generaciones de la familia Buendía en el imaginario Macondo. Ya lo diría años después Joaquín Sabina, "en Macondo comprendí que al lugar dónde has sido feliz no debieras tratar de volver."
Pero si alguna sensación queda de la novela de Steinbeck en el lector es la de que no hay felicidad eterna o duradera, que todo se reduce a momentos de gloria y que "me atrevería a afirmar que la importancia de un hombre en el mundo puede medirse por la calidad y el número de sus momentos de gloria. Es un hecho aislado, pero que nos une al mundo. Es la fuente de toda creación y lo que nos diferencia de los demás."

Así que del mismo modo la construcción y posterior crecimiento del valle de Salinas se nos antoja una suerte de Génesis de la modernidad, la obra de Steinbeck no podía acabar de otro modo que con un nuevo Apocalipsis, la segunda guerra mundial. Y es así que la familia Trask permanece condenada a los confines del este del Edén, siempre cerca pero no lo suficiente de este Paraíso que perdieron, la felicidad que no recuperarán.

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