miércoles, 10 de abril de 2013

Cuando los polos opuestos se complementan

Paul Auster y Siri Hustvedt parecen encarnar el matrimonio ideal. Ambos escritores e intelectuales. Tendencias políticas parecidas. Prolíficas carreras en el mundo de las letras. Una hija en común.
Sin embargo, sus carreras profesionales no siempre han ido de la mano.
Mientras Paul acumulaba éxitos abrumadores y millones de copias vendidas, Siri se dedicaba, entre otras cosas, a enriquecer subgéneros literarios (ensayo, poesía) con menos tirada que la novela, profundizando en la psicología, la neurociencia o la filosofía (con la excepción de Todo cuanto amé, publicada en 2003).

Siri Hustvedt no es la prototípica mujer que, dedicándose al mismo mundo profesional que su marido, vive subyugada a su sombra. Para nada. Cualquiera que haya leído algo suyo lo sabrá. Pero el año pasado (2012), las carreras como novelistas de ambos colisionan o trazan un camino paralelo, depende como se mire.
Con breves meses de separación ven la luz en España (los dos publicados por Anagrama) El verano sin hombres, de Siri, y Diario de invierno, de Paul. Yo leí primero El verano sin hombres, picada por la curiosidad de un relato supuestamente teñido por una fuerte experiencia autobiográfica. La novela narra la historia de Mia, una poetisa que, a sus 50 años y tras 30 años de feliz matrimonio descubre que su marido, Boris, le ha sido infiel con una joven francesa. Es así que Mia decide retirarse durante un verano a Minnesota, dónde creció, para abandonar el turbulento Brooklyn que tanto le recuerda a Boris. Allí se enfrentará a sus peores fantasmas, y se embarcará en una aventura de autoconocimiento, reconciliación y finalmente, capacidad para el perdón. Se trata de una obra ligera de leer, con un estilo que encandila y a la vez, logra hacer una lectura profunda de la psicología femenina, de la naturaleza del desengaño y de la voluntad de reconstrucción.

Por su parte, Auster proyecta en Diario de invierno las dudas que le asaltan al encontrarse a las puertas de la tercera edad, que le llevan a hacer un recorrido por la historia de su vida. De carácter  teóricamente autobiográfico, Diario de invierno refleja un trayecto desde la más tierna infancia hasta la entrada madurez, pasando por las casas habitadas, las mujeres amadas y los logros adquiridos. Pero es esencialmente un libro marcado por momentos de crisis, vitales y de salud, que hicieron que el autor tuviera que pararse y replantearse los fundamentos de su existencia.

Los propios títulos de los dos libros ya revelan su carácter antitético. Mientras Siri describe su verano sin hombres, Paul entra en el invierno de su vida. Ella, con una narradora protagonista. Él, con un desdoblamiento de la voz protagonista en una segunda persona, como si se tratara de un diálogo con uno mismo. Cuando Paul habla de Siri, el lector ve en ella la Única, la definitiva, la mujer de su vida. Cuando Mia habla de Boris, el lector curioso (por no decir cotilla) ve a un Paul traicionando la confianza de un matrimonio, y a una Siri devastada por el tardío desengaño. 

Pese a todo, igual que las vidas de los dos autores terminan en una feliz reconciliación, del mismo modo sus dos libros parecen inevitablemente confluir. Mia perdona a Boris, Paul entra tranquilo en el invierno de su vida, con su mujer a su lado. 
Diario de invierno y El verano sin hombres son las dos caras de una misma moneda, la polaridad inherente a una relación de tanto tiempo, el espejo ficcional que muestra los puntos de inflexión en las vidas de sus autores. Y es así como los dos libros configuran el círculo perfecto, los polos opuestos que, lejos de atraerse o repelerse, se complementan.



1 comentario:

  1. Enhorabuena por el post! yo también los leí uno detrás de otro, fascinada por sus vidas y su forma de narrar.

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